Hace unas semanas que pasamos por Almería, atraídos por sus playas y el pescaíto frito. Nos encontramos una ciudad pequeña, con una zona de fiesta más pequeña aun y pivas que pequeña la tienes tu para ellas, una escueta pero bonita estación de trenes y bares de costa que dan ganas de quedarse a vivir en ellos.
Al ser una ciudad de pequeñas dimensiones, suponemos que los 2 o quizá 3 nombres que reinan con clara distancia en las calles, no lo han tenido en exceso difícil para adjudicarse su lugar en las paredes y cierres que pueblan la zona centro. Alguna que otra agradable visión de compadres madrileños amenizaron los paseos.
Como consejo final, deciros que es mejor ir directamente al Cabo de Gata.