Como te avisamos, el pasado 29 de junio tuvo lugar en Madrid la expo colectiva “Posdicotomías”, en la itinerante Vava Gallery. Allí estuvimos y te traemos esta crónica de lo que fue, con el retraso que nos caracteriza en esta época veraniega.

Vava Gallery lo jugó fuerte, no sólo con el espacio más grande hasta la fecha, también con un plantel de artistas nacionales pepinazo. Pudimos ver lo mejor de cada casa, con peña muy posicionada en el circuito, gente con menos experiencia en galería y hasta un novel como Buny. Quizá este despliegue se debe a que tenemos que echar la vista 3 años atrás para remitirnos a la anterior Vava (“Asegurada de incendios” y “Multiperspectivismo 3ª época”) y se ve que en este parón ha pillado fuerza para consolidarse, de una vez por todas, como la galería más comprometida con impulsar nuevos talentos que beben del graffiti, con una oferta artística que no pretende venderte el objeto, que juega más con el concepto y la voluntad del artista. En definitiva, la galería más underground de Madrid, por no decir de España. Y esta vez ha tenido una repercusión importante: con reseñas en Vice o Tentaciones de El País…

¿Que qué fue lo que vimos?

Ya sabes que en las colectivas tampoco puedes pedir mucha cohesión en las obras y menos en casos como este con artistas tan distintos, con técnicas y soportes tan diferentes, pero es de lo que se trataba en esta ocasión, de tener en una misma sala a uno de los referentes para cualquier escritor al que le guste un poco el tema artístico como es Sawe, a alguien amable colorido y familiar como puede ser Nuria Mora, a alguien para ojos y mentes más andados en estas lides como Hear, o al caos y la ventana a lo personal como es Buny.
Se trata de que cada artista te trasmita una experiencia y de que sólo quites la cara de sorpresa (o la que solemos poner nosotros de interesantes, como si entendiéramos la obra) cuando pasas de un artista a otro.

Así que te narraremos un paseo, para generarte una imagen mental. Trataremos de llevarte con nosotros por la galería:

A la entrada un vinilo recoge los nombres de los 13 artistas (ordenados alfabéticamente), abrimos la mirada a la sala y lo que más nos llama la atención son unos globos de colores (Nano4814) y los tres lienzos coloristas de Sawe, tres lienzos que no tienen bastidor, que están como suspendidos y tensados por unas botellas de esas que puedes guardar perfectamente en el armario debajo del fregadero de la cocina de tu casa. Pero estas son de cemento. En los lienzos vemos productos de limpieza y algo parecido a nuestra salsa picante favorita. Esta pieza nos hace sentir que formamos parte de un videoclip (de hecho hay uno en loop), o que estamos en unos grandes almacenes o en la tienda del chino… queremos verlos con más perspectiva, pillar un plano general, por lo que damos un par de pasos atrás y entonces entran en nuestro campo de visión los intensos colores de los globos que están superpuestos y coronados por una gorra dada la vuelta, como si la escultura estuviera pidiendo limosna. Parece que el destino ya se encargó de ello y tenemos un clavo (que seguro sujetaba algo importante), una carta como del tarot y una especie de dreidel (peonza judía) que parece más formar parte de un juego para beber que un juguete judío… la verdad que los globos de Nano 4814 siempre nos dejan con la boca abierta.

Queremos salir de la doble altura pero nos percatamos de que una especie de respi está medio abierto, sujeto por una especie de gato, allí el fotógrafo Enrique Escandell ha dejado alguna de sus instantáneas y podemos ver gestos, ritos… vamos los mejores momentos de su curro en misiones de Metro…

Bajamos un escalón y nos topamos con unas alcantarillas… alcantarillas reales. La típica vaina que pone E1000 en una galería y dices: “¿pero qué coño?”. Parecen despegarse del suelo, son como alcantarillas fantasma con un velo de vidrio, la verdad que es bastante impresionante, aunque echamos de menos algunos de los colores o los fractales con los que E1000 suele jugar y que hacen su obra tan característica.

Al despegar la vista del suelo nos topamos con la puesta en escena de Alberto De Pedro que nos hace acordarnos de esa “Asegurada de incendios”: maderas y esa cortina o tela con ese estampado, pero esta vez hay color conviviendo perfectamente con el blanco y negro, apenas invasivo, dos metacrilatos son el detalle de las intervenciones que podemos ver en las maderas. Cómo no, Alberto De Pedro, nos hace acompañarle a su cocina fetiche, con un transfer y en este caso con algunos de los azulejos originales acompañándolo…

Al darnos la vuelta nos topamos un cuadro de Nano4814, parece que esos ojos nos miran a través de una valla rota por los palos, que atrae las miradas y ronda la muerte… pero de buen rollo, con el colorismo que acompaña siempre a Nano4814.
Hacemos por no chocar con un puntal de Nano4814 que sujeta libros, fanzines y un globo para llegar a la otra sala.
Allí flipamos con dos grandes ampliaciones de Enrique Escandell: se trata de la constelación de recuerdos que la pintura marca sobre el revés de las mangas del northface de un escritor de Metro (en la foto vas a poder ver, al lado de las ampliaciones, a Sawe apuntando el bagaje de este escritor, marcado en el cosmos de su manga). Una obra con un perfil mucho más abstracto del que nos tiene acostumbrados Enrique Escandell. Seguimos y a nuestra derecha dos ampliaciones más, no tan grandes, de dos respis (del juego del ratón y el gato que cuentan las soldaduras, las nuevas y las antiguas). Buena literatura nos trajo Enrique, eso sí, para el que sepa leer.

Y como colofón de esta primer planta nos encontramos con los tocones de Nuria Mora, con una especie de geometría caleidoscopio incrustada en la beta, los dos tocones están escoltados por un cuadro con dos estampados que se mezclan y pliegan llevándonos al mundo de la papiroflexia.

Empezamos a subir las escaleras al siguiente piso y en el tercer escalón ya estamos flipando con la obra de Sue como siempre amor por el hormigón y abrazo al gris. Vemos una especie de viga con ladrillos de hormigón atravesando el espacio diagonalmente, y parece que está vomitando color por las dos puntas y dos cuadros (bien iluminados) enmarcados con negro, uno, y rojo, otro, que resaltan el centro de su obra: el hormigón. Porque los cuadros son eso: hormigón encofrado.

Pasamos a la sala que da a la calle, encontramos ropa por el suelo y un cesto del que parece salir. Hay alguna prenda colgada de la pared, un plumas Fila manchado del buen uso, unos pantalones cortos con los bolsillos largos de los que sólo asoma el cuello de una litrona y un par de latas de ferreta. Se ve que han sido buenos compañeros de Buny. Tenemos alguna foto enmarcada, fotos antiguas, que retratan su relación con los trenes y los viajes, parece que siempre con una piedra en el bolsillo, nada raro para este escritor todo terreno.

Compartiendo sala con Buny esta Jaime Alekos que nos trae, como transportándonos a otra época, lo que para nosotros es su trabajo insignia: sus fotos de los túneles del Metro de Madrid. Túneles que recorrió acompañado únicamente de su cámara, un verdadero deleite visual…

Salimos de esta sala y, volviendo por lo de Sue, nos topamos con una silla del valenciano Luce, con listones en madera y piezas en negro que construyen su nombre. Parece que está ahí para que nos sentemos y contemplemos una especie de marioneta. Nos falta algo, probamos a tirar de las cuerdas que hacen que se le muevan los brazos… pero qué va.

Después del tirón de brazos llegamos a la sala de Neko, donde vemos repetición del nombre hasta la saciedad, lonas con un horrorvacui de pegatinas, apología de los canutos y odio a la policía…

Damos la vuelta y vemos un cabecero intervenido por Spok. Parece antiguo, que no nos engaña, son skills que usaba antes. También vemos un cuadro de corte realista, como nos tiene acostumbrados, en el que vemos el mar. La escena está alumbrada únicamente por una boya, por eso sabemos que es el mar y que es de noche. Flotan letras, secciones de letras, como si una pieza hubiera amerizado catastróficamente… Algo asoma desde las profundidades ¿un iceberg?

Por último, en lo más alto (en una especie de balcón que da a la sala de abajo) esta la obra de Hear: una escultura roja, lisa, agradable… que es nuestra guinda y nos deja esa cara de interesantes (aunque no sabemos si hemos entendido bien la obra) y además parece fascinar a unos papeles que giran a su alrededor con un estampado, una repetición con colores primarios que parten del centro y nos da por pensar… pero no nos calentamos la cabeza y bajamos a por una cerveza (coño!).

Vava nos sorprendió. Aunque, siendo sinceros, alguna de las obras creemos que hubiera estado mejor ubicada en otro lugar de las dos amplias plantas de la galería, pero entendemos que nunca llueve a gusto de todos y ya sabes que nos gusta ponernos puntillosos con temas como la iluminación o los reflejos cuando hacemos este tipo de crónicas.
Así fue nuestra experiencia en Vava Gallery, algo larga, pero son 13 artistas que dan para mucho. Al terminar necesitamos más de una cerveza y hemos necesitado más de una semana para poder carburar toda esa información en este post. Eso sí, fue un placer. LONG LIFE VAVA GALLERY!!!!!

 

 

((((Te avisamos de que este quizá sea uno de los últimos post que pongamos durante el verano, ya que necesitamos un tiempo para viajar y hacer fotos para ofrecerte el contenido original y propio con el que tratamos de sorprenderte todas las semanas, eso sí, continuaremos informando de las noticias, expos y post de webs amigas más destacados durante el verano. Nos vemos en septiembre!!!!))))