Mañana martes 12 de septiembre a las 19:30 en la Galería Kreisler (Hermosilla 8, Madrid), y gracias a la gente de Ink and Movement, tenemos una cita ineludible con Spok Brillor para ver las maravillas que mostrará en «400 ISO» su primera expo individual. Sin duda un bocado tierno y jugoso para abrir boca a esta temporada de inauguraciones.
Podemos aseguraros que se ha encerrado en el estudio, cual ermitaño, sin parar de producir obra, pensar nuevos conceptos y (como no) nuevas maneras de dejarnos locos con su “realismo-surrealista”.
“Mi obra es fruto de una agitada trayectoria, un poliedro de múltiples aristas. A menudo hago uso del lenguaje figurativo, otras del abstracto; pero siempre manteniendo lo fantástico, el humor y la ironía. Tanto mis murales como mis pinturas son producto de un diálogo interno con el espacio urbano y la nostalgia por el graffiti primigenio”
Sólo deciros que tenéis que pasaros a ver la expo que estará hasta el día 3 de octubre. Para explicar lo que podremos ver en “400 ISO” tenemos al gran Daniel Muñoz SAN poseedor del knowledge y la verborrea idóneas para este menester:
«Spok Brillor (Madrid, 1978), como todo buen pintor, es también un buen mentiroso, ya que toda pintura se basa en una maniobra de simulación: ocultar la verdad mostrando lo falso. (…) En la obra de Spok confluyen muchos de estos asuntos, basándose ésta en dos dicotomías perfectamente definidas: Pintura vs. fotografía y taller vs. calle. Su intachable bagaje como escritor de graffiti ha esculpido un lenguaje plástico y conceptual que empuja su obra en múltiples direcciones, pero todas ellas apuntan hacia un lugar común: la ciudad y su erótica oculta. (…) En la exposición titulada 400 ISO el artista despliega gran parte de las experiencias visuales que supone patear la ciudad con el único objetivo de dejarse seducir por sus espectros, corpóreos e imaginarios; una práctica hedonista en la que el artista es el único confidente de estas “alucinaciones” que la ciudad ofrece, pero que ninguna cámara fotográfica puede captar. Es sólo a través del material pictórico donde podemos apreciar el paisaje como una entidad fantasmagórica, cargada de quimeras y delirios que se escapan del alcance de nuestra retina. (…) Algunas obras como las que componen la serie HDR nos inducen a sumergirnos en estas escenas de atmósfera cargada, prácticamente vacías de gente o, más bien, de testigos que presencien lo que está sucediendo en esas esquinas, como una brillante metáfora del acto de escribir tu nombre sin ser visto, a pesar de estar iluminado por las farolas y las luces de neón. Otras piezas como Vigilantes también aluden a esta alegoría del acto nocturno, donde afloran a la superficie los ojos de la ciudad, ojos que podrían ser de personas, pero también de las luces y las sombras, o de las letras y las formas que componen el paisaje de toda metrópoli contemporánea.(…).
Daniel Muñoz.»